¿China potencia?, Meh...
El modelo actual de producción e
intercambio de bienes está a días de morir. La impresión 3D va a
cambiar la vida más aún que la máquina de vapor, el fuego o,
inclusive, la invención del transistor. Imaginen un mundo donde la
producción de cualquier pieza se haga en el lugar que se va a
utilizar, no importa el material, no importa el diseño.
Las impresoras 3D son un hecho. La
tecnología de impresión en tres dimensiones, que permite producir
cualquier pieza en los materiales más variados no sólo ya están en
el mercado, sino que hay instructivos de código abierto que permiten
armar la impresora en casa con piezas que se pueden comprar en
cualquier casa de electrónica (http://www.fabathome.org/?q=node/1). Sólo hace falta el plano digital de
la pieza a construir, el material básico (plástico, vidrio, madera,
concreto, metal, etc.) y apretar el botón “Imprimir”. Luego de
un par de horas tendrán la pieza hecha, fresca, recién salida del
horno, para ser usada.
Hoy existen impresoras 3D con
resoluciones de hasta 10 micrones (una décima de milímetro), que
pueden fabricar desde las piezas más pequeñas que podamos usar en
la vida diaria hasta paredes de edificios. Es factible (y hay
empresas que lo están tratando de poner en el mercado) imprimir
casa, imprimir piezas de autos, piezas de arte, souvenires y hasta
órganos humanos.
La popularización de esta tecnología
va a llevar, sin lugar a dudas, a una nueva revolución industrial.
Será suficiente con poner impresoras 3D cerca de los centros de
consumo y sólo mandar los planos para que la pieza se haga realidad.
Las fábricas como las conocemos
desaparecerán. El trabajo esclavo, muy competitivo hoy en día,
quedará demodé. Quién quiere un esclavo si las impresoras son
multipropósito (fabrican cualquier pieza), trabajan todo el día sin
cansarse, y su costo es mínimo. China, la actual fábrica del mundo,
deberá dedicarse a otra cosa. ¿Para qué voy a producir un juguete
en China si lo puedo imprimir a la vuelta de mi casa?
Esto tendrá consecuencias severas para
varias industrias. La producción de bienes en general es obvia. Pero
también morirá el negocio de la logística. ¿Grandes barcos llenos
de containers moviendo bienes de una punta del mundo a la otra,
gastando combustible y generando un enorme impacto ambiental? Eso es
tan siglo XX...
Otra cuestión importante que se
avecina con esta tecnología es el tiro de gracia al copy-right.
Ahora no sólo podremos piratear música, video y software. Podremos
piratear cualquier diseño que se nos venga en mente. La red se
plagará de torrents con planos para construir cosas.
Hasta acá los cambios positivos. Pero
no todo es color de rosas. ¿Qué pasa si imprimimos una pistola
Glock magnum .45 en la impresora de casa? Lo más llamativo es que ya
lo probaron y funcionó perfectamente. ¿Qué pasa si imprimimos una
pieza para arreglar el auto, se rompe y provoca un accidente? Está
claro que hay un vacío legal al respecto y, como siempre, los
abogados llegarán tarde para legislarlo.
Esta tecnología cambiará el mundo. Se
deberá diseñar un nuevo modelo de intercambio de bienes a nivel
mundial. No habrá más exportación/importación de bienes con valor
agregado. Se intercambiaran planos en el mejor de los casos, si es
que se respetan los copy-rights. Sin embargo esto es poco probable.
Mi predicción, jugando a hacer un poco de futurología, es que el
único intercambio, por ahora, será de materiales de producción
para alimentar las impresoras – plástico, vidrio, madera,
concreto, etc-. Y, enfatizo el “por ahora”, porque jugando un
poco con nanotecnología, también se podrá imprimir el material
crudo.
El hecho es que la tecnología no para.
Chau China, chau empresas de logística, chau producción en masa. La
próxima era, es la era de la impresora 3D.
AR