Consciencia robótica en 3, 2, 1...
La pregunta disparadora es ¿podremos
construir una inteligencia sintética que sea cociente de sí misma?
Y si lo hacemos, ¿qué deberíamos tener en cuenta? Al tratar de
resolver la primera pregunta se disparan otro sinfín de
interrogantes. Entre ellos, ¿somos nosotros conscientes de nosotros
mismos? ¿qué es la conciencia después de todo? ¿un animal es
consciente? ¿Cómo probamos la conciencia de otros si no podemos
probar la propia?
Uno de los postulados de Dan Barry,
experto en robótica (entre otras cosas), actualizó el “pienso,
luego existo” de Descartes por “Me muevo, luego existo”. Él
dice que la consciencia tiene que ver con el movimiento. Los
organismos que tiene cerebro, no importa el tamaño del mismo, se
mueven. A partir de ello surge que el robot con conciencia de sí
mismo debería moverse. Esto es un concepto fuerte, pues en el campo
de la inteligencia artificial la idea de crear organismos sintéticos
que puedan moverse no es muy bien vista.
El segundo punto es la respuesta
emocional. No hay demasiada controversia al afirmar que los
organismos con conciencia de sí mismos tienen aunque sea un mínimo
de conciencia emocional. Esto es, de alguna manera puede distinguir
qué es bueno o malo para sí mismo e, inclusive, si escalamos un
poco en la pirámide evolutiva, puede entender qué es bueno/malo
para otro ser vivo. Basta con pensar en un perro que ataca al agresor
de su dueño. Es decir, entiende que alguien está agrediendo a un
tercero que, por algún motivo, tiene que cuidar.
Entonces, por ahora, podemos decir que
para lograr la tan buscada “conciencia de sí mismo” sintética
hay dos condiciones necesarias: movimiento y emociones. ¿Qué tan
lejos estamos de ello?
La rapidez con la que está
evolucionando el campo de la inteligencia artificial y la robótica
es asombrosa. Hoy se pueden comprar legos para hacer robots por menos
de cincuenta dólares y empezar a programar cuestiones básicas.
Esto está lejos de lo que postulamos, pero es un buen comienzo. Si
ponemos más herramientas en más manos, seguro vamos a acelerar la
innovación.
Por otro lado, se ve el avance en los
laboratorios, hay robots que imitan peces, aves, chitas, mulas, y
otro sinfín de animales. Estos todavía se programan de una manera
declarativa, es decir, se les da una serie de instrucciones posibles
para que reaccionen ante acciones dadas. No tienen libre albedrío,
cosa que a ciencia cierta no sabemos si los animales tienen.
Deberíamos preguntarnos los límites
éticos de la robótica y su impacto en dos campos: el militar y el
de vigilancia. Crecimos viendo Terminator, pasó el 21 de abril de 2011 sin novedad, pero hoy sabemos que Skynet
será perfectamente posible en el futuro próximo, más si tenemos en
cuenta que el mayor financista en temas de robótica es el DoD.
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