Del arte de curar a la medicina como ciencia
El arte de
la medicina dejó de ser un arte. La tecnología de la salud no
sufrió grandes cambios en el siglo pasado, en los últimos 20 años
se invirtió el 80% del dinero invertido en los anteriores 100. Esto
augura un futuro exponencial para el viejo arte de curar.
Los primeros avances que indican que
estamos en el “codo de la curva”* pueden verse por dos frentes:
el secuenciamiento del genoma humano y la penetración de la
tecnología informática en todos los pasos del proceso médico.
Estos dos hechos están cambiando de manera disruptiva la visión de
la salud tal como la conocemos.
Si dividimos el proceso médico en
pasos sucesivos, podríamos decir que primero se detecta el problema,
vía una consulta o algún otro método, luego se hace el diagnóstico
y se sigue con el tratamiento y el seguimiento hasta lograr la cura.
La tecnología en la detección del
problema cumple un rol primario. Gracias a la alta dispersión de la
tecnología celular, ya hay aplicaciones en el mercado que permiten
consultas y asistencia remota para personas que no tienen acceso
directo a los médicos. Estos sistemas están abriendo paso a la
llamada telemedicina que, explotando sistemas multimedia, facilita a
los médicos atender consultas remotas con medios gráficos o
sensores. Estos sistemas están siendo probados en África
y la India, aunque se espera que lleguen a todo el mundo y así poder
consultar a expertos en cada tipo de enfermedad sea donde fuere.
Siguiendo con el proceso médico, para
el diagnóstico se pueden ver dos grandes avances: el análisis
genético y las herramientas de medición y diagnóstico. El análisis
genético logra de manera rápida detectar anomalías en la secuencia
sana pudiendo ver rápidamente una lista importante de enfermedades.
Los análisis genéticos son cada vez más rápidos y económicos,
utilizando crowdsourcing (colaboración) para decodificar e
interpretar secuencias genéticas.
Por otro lado, en los últimos 2 años
comenzó una avalancha de aplicaciones y extensiones para teléfonos
celulares (Android y iPhone mayormente) que transforman los
smartphones en un estetoscopio,
en un medidor
de glucosa, en un medidor
de presión, en un equipo de RX o en cualquier otro elemento que
facilita el medición de parámetros vitales.
Además, las herramientas de
diagnóstico conocidas toman otras formas y mejoran su rendimiento,
permitiendo hacer escaneos 3D de cualquier órgano o a través de la
iPills
que incorporan nanotecnología en pastillas que filman el interior
del cuerpo. A estas tecnologías se le suma una gran cantidad de
sensores de uso personal orientadas a realizar seguimiento de la
actividad corporal (quantified-self), llevando un recuento de horas
de sueño, calidad de actividad, tiempo de reposo, etc. Sumando estas
dos tecnologías, y procesando la información de manera inteligente
se logra una herramienta de valor agregado que permite al profesional
médico lograr un rápido diagnóstico.
Una vez detectado el problema hay que
curarlo. Pero, como dicen un conocido médico “no existen las
enfermedades, existen los enfermos”, la tendencia es la medicina
personalizada. En el futuro no muy lejano (de hecho ya existen para casos puntuales), los medicamentos serán a
medida acordes a las formas genómicas de los individuos, optimizando
la efectividad de los mismos. Otra tendencia en la industria
farmacéutica son los medicamentos que vienen asociados con una
aplicación celular que optimiza su uso chequeando los parámetros de
quién toma la medicina.
Por otro lado, si hay que operar, la
tecnología también se está encargado de eso. Un ejemplo de esto es
Da Vinci un robot que
facilita realizar cirugías de modo preciso y menos invasivo. Esta
tecnología se está probando también para realizar operaciones
remotas, donde el paciente y el médico están físicamente
distantes, unidos sólo través de redes información de alta
confiabilidad.
Estos avances son sólo una muestra de
lo que viene en el ámbito de la salud, que sustentan la teoría del
británico Aubrey
de Grey quien postula que en el futuro vamos a vivir tanto como
queramos. Para que esto suceda, sin embargo, se requerirá un cambio radical en
la manera en que se estudia medicina hoy en día. La universidad de
medicina de Singapur está haciendo punta, incorporando
tecnología como parte de la formación médica, incluyendo temáticas
de manejo de grandes volúmenes de dato, explotación de información,
inteligencia artificial y sensores, que serán fundamentales para el
futuro.
En el futuro la medicina irá perdiendo
lo artístico para volcarse a lo científico.
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